El gusano estaba muy consciente de que su amigo venía de otro ambiente, comía cosas que le parecían desagradables y era muy acelerado para su estándar de vida.

Muchos cuestionaron la amistad del escarabajo con el gusano. Por lo que este se dejó llevar por los demás alejándose un tiempo para esperar que el gusano lo buscara.

Pasó el tiempo y supo que su amigo estaba muriendo. Decidió verlo, y varios insectos le contaron las peripecias que hacia el gusano para visitarlo enterándose que muchas veces trató de visitarlo, pero su lentitud hacia que la noche lo agarra, por lo que tenía que regresar.

Llegó el escarabajo hasta donde yacía su amigo, al verlo el gusano sacó fuerzas para decirle cuánto le alegraba que se encontrara bien. Sonrió por última vez y se despidió de su amigo sabiendo que nada malo le había pasado.

El escarabajo se sintió avergonzado de sí por haber confiado su amistad en otros oídos que no eran los suyos. Al final entendió que el gusano, siendo tan diferente de lo que él era, era su amigo, a quien quería no tanto por la especie a la que pertenecía, sino porque le ofreció su amistad.