Una gran paz se siente al entrar al hogar de la Fundación REMEMI (Redimidos de la Medalla Milagrosa), aquí la solidaridad y el amor a los semejantes es el pan nuestro de cada día. Ex alcohólicos y ex drogadictos son los que atienden a los indigentes de las calles de Colón. Este es el santuario de las personas sin hogar, alimento y amor.
"La base es el amor a Dios"
La hermana Rosa Inés Jara Jara es la encargada del centro y explica que una de las metodologías para la rehabilitación de los adictos es el amor, hacerlos sentir queridos, pero también enseñarlos a dar cariño a sus semejantes, más pobres que ellos.
En el hogar, los recluidos en el centro son los encargados de servir todos los días la comida a los orates, pero la atención no termina allí, porque también tienen que vigilar que se bañen y lavarles la ropa diariamente y rezar con ellos el Rosario.
Todo esto, con paciencia y mucho amor. El hogar fue fundado en 1917, en ese entonces, era el Comedor San Vicente de Paúl y atendía a los ancianos que poco apoyo tenían de sus familiares.
Hoy, subsisten de la buena voluntad de los ciudadanos colonenses que envían su cooperación de comida y ropa. El menú mucha veces depende de lo que donan las personas. Aunque sea sólo arroz con huevo o salchicha, la comida está echa y servida con mucho amor. Tienen todo lo que necesitan en el hogar, biblioteca, habitaciones en completo orden, comedores y sala de cómputo.
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