El ex detective de la desaparecida Policía Técnica Judicial (PTJ), Julio Alonso, dio a conocer que existen dos líneas de tráfico de armas de fuego: al detal y al por mayor. El mercado al detal se enfoca en las pandillas. Normalmente, son de mano, como pistolas y revólveres. La presencia de estas armas son un reflujo o un remanente de las armas grandes que van hacia Suramérica y que vienen de países europeos y Centroamérica. Esas van a parar a las guerrillas armadas de Colombia.
Este tipo de armas también son robadas a las agencias de seguridad, la policía las recupera por medio de las rondas que hacen sus unidades y que luego venden a buen precio: entre 400.00 y 500.00 dólares, dijo Alonso.
Afirmó que se han dado casos de compañeros de las mismas armerías de la antigua PTJ que se dedicaban a pasar armas a las pandillas. Dio como ejemplo el caso de un inspector que se dedicaba a esta actividad.
Otra irregularidad que fue muy común en la PTJ eran las armas que dejaban las personas en la institución para el trámite de su permiso, pero como el papeleo era muy lento pasaban los meses y finalmente las armas iban a parar a manos de los delincuentes. Detalló que manejaban información de que en la armería de Cerro Tigre de la Policía Nacional, guardan armas que decomisan y que las fiscalías nos las retiran. Dicen que tienen desperfectos, pero las arreglan y las venden.
Para este mercado, existen tres grupos: los capos narcotraficantes que se dedican exclusivamente al transporte y a la venta de droga hacia los Estados Unidos o al tráfico interno; el segundo grupo son los tumbadores de droga que son contratados por los capos para eliminar a la competencia y para ello los proveen de armamento; el tercer grupo son las pandillas, que son subcontratadas por los tumbadores para que los custodien y eliminar a los enemigos que tengan en su paso.
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