Aunque tengas la razón en tus argumentos, cuando gritas y manoteas, pierdes toda oportunidad de ganar la discusión.
Quienes hacen alharaca, quienes rompen cristales y se exceden en berrinches, terminan solos y nadie les hace caso.
Cuida entonces tu lengua y tu conducta, e imponte con razonamientos serenos y adultos a la hora de discutir.
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