Todavía sigo sin entender cómo hay personas en este mundo que se preocupan tanto por los demás y no se dan cuenta que están descuidándose a sí mismas.
Y sé que muchos se van a sentir identificados con esta opinión, porque sucede tanto en el ámbito laboral como en el colegio, la universidad y demás. Personas que se empeñan diariamente en buscarle algún detalle a tu ropa, a tu trabajo para criticarte, obvio que de manera destructiva e, irónicamente, con una sonrisa.
Lo impresionante es ver lo detallistas que son al decirte algo, y lo creativos que se vuelven al transformar un comentario hecho por ti de buena manera, para utilizarlo en tu contra... ¡qué barbaridad!
A mí, en lo personal, este tipo de personas me dan un poco de pena, para no decir lástima, porque en vez de aprovechar su tiempo en crecer, salir adelante, mejorar sus condiciones y aspecto físico, crecer profesionalmente, lograr una maestría o una segunda carrera, están pendientes de qué te pones, con quién hablas, con quién no... yo les llamo a estas personas inmaduras.
Encima de todo te hablan como si nada y, como dicen en panameño, por detrás están dándote plomo, y mientras ellos piensan que te tienen engañada ni se dan cuenta que tú sabes todo, solamente que no les damos tiempo ni importancia a eso.
Sé que muchas personas que padecen de este mal leerán esto y mi intención no es amargarles el día, tomen un consejo, limpien su alma. Como dice mi madre, no hay nada más rico que estar en paz y sentirse bien por todo lo que uno tiene y puede lograr.
El mundo da muchas vueltas y como dice el dicho: "Arrieras somos y en el camino nos encontramos", lo que significa que nunca sabemos cuándo vamos a necesitar de las personas. Todos somos hijos de Dios y ante los ojos de Él todos somos iguales. Errar es de humanos y levantarse es de valientes. Muchas personas te admirarán más que antes por tu cambio... ¡Suerte!
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