Al principio, Luis era un bebedor social, pues solo le interesaban las chicas que conocía en las discotecas; sin embargo, todo cambió y las féminas ya no le llamaban la atención, sino las botellas de licor.

Su enfermedad fue progresando y por día se tomaba una botella de "guaro". La marca y la clase de licor era lo de menos, pues sólo deseaba libar.

El pensaba que por ser marino, era fuerte y tenía que beber cada vez que tocaba tierra. Por ese mundo de borrachera su familia sufría, ya que para él eran más importantes sus amigos de cantina y solía pedir créditos de hasta B/175.00 para beber.

Un buen día, el jefe de Luis le preguntó si tenía algún problema y respondió que no. Nuevamente lo interrogaron para ver si consumía drogas y muy molesto dijo que no.

Y como dicen que la tercera es la vencida, su jefe se le acercó y le hizo ver a Luis que tenía serios problemas con el alcohol. "Mi papá murió por eso y tú vas por el mismo camino", le advirtió.

Ante estas fuertes palabras, reflexionó y buscó ayuda de terapia institucional en su trabajo. Estuvo un año en el programa, pero recayó.

Una vez más hizo un esfuerzo y el 14 de octubre de 1991 se tomó su último trago. Desde entonces, lleva 18 años sin probar una sola gota de licor.

Ahora se siente feliz, porque pudo graduar a sus hijas, cancelar su casa y alcanzar su jubilación, cosas que estaban distantes al vivir inmerso en el mundo del alcoholismo.

Muy consciente, Luis sabe que Alcohólicos Anónimos (AA) no le ha ofrecido el cielo, pero lo sacó del infierno. Por eso está en sus filas y ayuda a todo el que quiere dejar de beber.

RECOMENDACIONES

• Acepte que está enfermo.
• Busque ayuda en las asociaciones de Alcohólicos Anónimos.
• Deje de frecuentar a los amigos "de tragos".
• Busque ayuda de amigos con los que pueda compartir su problema o de personas que trabajen en las iglesias.
• Si se considera alcohólico y desea recibir ayuda llame al 225-3585.