El llanto es la primera reacción que tiene el ser humano al nacer. Unos, lo hacen de dolor; otros, de alegría y unos más, en un momento de frustración o de enojo.
De las diversas formas en que se manifiestan nuestras lágrimas, la peor de todas es cuando se llora por hambre.
En regiones como Kankintú, se combate al fantasma de la desnutrición, arrebatando de sus garras cual pirata al más preciado tesoro del mundo, como lo son los niños.
Rosa Castillo, administradora de Nutrehogar de Kankintú, sabe lo que es ver el hambre en los ojos de un infante. En conjunto con un grupo de mujeres gnöbes buglés capacitadas para esta labor, la enfrenta todos días en los quejidos inaudibles de los pequeños.
Castillo reconoció que en esta casa tienen hospedados a 25 niños de 23 comunidades que se encontraban con desnutriciones extremas. Relató que son de sectores como Río Chiriquí, Guaribiara, Cerro Ñeque, Piedra Roja y Río Viento, entre otras.
La administradora resaltó que la desnutrición de todos los niños que ingresan a Nutrehogar es de tercer grado. Indicó que entran con este mal y salen de allí totalmente recuperados.
PROBLEMAS DE ACTITUD
No todo es fácil para los que trabajan en esta zona. Castillo cuenta que el problema de idiosincrasia hace que se dificulte el ingreso de muchos pequeños. Añadió que los gnöbes piensan que cuando sus hijos entran a sitios de recuperación, es porque van a morir. Por esa razón, aceptó que la gente de esta etnia prefiere llevar a los niños a donde el suki (brujo) para que los cure con hierbas naturales. Esta decisión ha hecho que vidas se pierdan.
Castillo explicó, un poco triste, dos casos en el que no pudieron hacer nada, porque los padres buscaron ayuda demasiado tarde.
Un ejemplo fue el de una niña con cachorco. Dijo que la bebé llegó toda llena de parásitos y amebas, sin contar que presentaba artritis juvenil. Resumió que el doctor hizo lo que pudo con ella, fue trasladada a Rambala y de ahí a Changuinola, pero murió.
Otra ejemplo fue el de una recién nacida que tenía tantas amebas y parásitos que las vomitaba y le salían por la nariz. Fue tanto el mal, indicó, que broncoexpiró en el viaje al hospital de Bocas del Toro.
LA SALVACION DE ROSAURA
Rosaura es una de las tantas niñas que se encuentra en recuperación en Nutrehogar. Entró al centro con un peso de 2 kilos.
Debido a que sufre de labio leporino, su madre no encontraba la manera de alimentarla. Usó crema de arroz sin leche; por eso presentó una desnutrición de tercer grado. Gracias a la rápida acción, pudo ser salvada, ya que estaba al borde la muerte.
BENITO, RESCATADO DE LA MUERTE
Benito es otro de los niños que vive desde hace dos años en Nutrehogar. Él es gemelo, y gracias a los clamores de la comunidad fue rescatado prácticamente moribundo. Por la desnutrición, perdió la visión de un ojo y, aunque tiene el tamaño de un niño de dos años, es feliz con el amor que le prodigan sus madres postizas, aunque sus papás nunca lo han ido a ver.
DATOS
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En áreas de difícil acceso e indígena, el 90% de la población es pobre. -
1 de cada 3 niños pobres está desnutrido. -
Más de la mitad de los niños indígenas están desnutridos. -
El consumo de calcio, hierro y vitamina A es deficiente, especialmente en el área indígena. -
Los distritos con mayores porcentajes de niños desnutridos (más del 50%) tienen una alta proporción de población indígena. Por ejemplo, Chiriquí Grande y Bocas del Toro. -
Rosa Castillo sabe lo que es ver el hambre en los ojos de un infante.
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