¡Chuzo!, suerte que la fiebre de Belinda duró unos cuantos días, porque les cuento que casi quedo sordo en su concierto. Bueno, no es para tanto, la verdad es que la joven cantante me dejó sorprendido, porque cuenta con una gran agilidad y destreza para desenvolverse en los escenarios.
Quiero que sepan que al ATLAPA llegamos a las 4 de la tarde y, a esa hora, ya estaba afuera una gran cantidad de jóvenes, pero no fue sino hasta las 6 de la tarde que empezaron a hacer fila, y a las siete entraron.
La "Belindamanía" era contagiosa, y les puedo decir que lo que abundaba era pequeñas niñas vestidas como la cantante, con sombreros, bandas, boinas, botas y, sobre todo, ropa de colores fluorescentes y chillones.
La verdad, el espectáculo comenzó con 1.27 minutos de retraso; pero eso no impidió que el ballet Complot se luciera, y que pocos minutos después apareciera la joven más esperada en los escenarios, "Belinda". Gritos y aplausos dieron paso a la salida de la chica al escenario, que eran tres edificios, y ella, como una diosa, apareció bailando en la azotea de uno de estos edificios con sus rítmicos bailes y cantos.
"Fiesta en la Azotea", como se llamaba el show, continuó con el repertorio de la artista que inició con "No soy una niña", seguido de canciones como "Super star", "Vivir", uno de sus mejores éxitos y, lo mejor, con una gran cantidad de serpentinas de muchos colores, que inundaron al público desde lo más alto del ATLAPA. ¿Se imaginan? Las niñas gritaban y se subían a las sillas, de donde las bajaban; pero qué va, la euforia era increíble, hasta me hizo recordar mi juventud.
Sólo les puede decir que muchos jóvenes no olvidarán este concierto, porque ni la lluvia los detuvo, y es que Belinda es un torbellino, una chica muy activa que hizo disfrutar a Panamá. ¡La botaste Belinda, hasta yo me sentí joven por unos minutos!
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