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Penonomé, ayer y hoy

Elizabeth M. de Lao | DIAaDIA

El sábado estuve en mi pueblo: Penonomé. Puedo asegurarles, sin temor a equivocarme, que es uno de los pueblos más tradicionalistas y conservadores que conozco.

Advierto: Esta columna les puede parecer aburrida a quienes no son oriundos de Penonomé.

Paseando por sus calles y barrios, pasé por San Antonio, esa parte vieja de la ciudad con sus casas pegadas unas a las otras, como hermanas que comparten un mismo destino. Admiré y me deleité con sus calles estrechas, la principal separada por una calzada en el centro, donde tampoco faltan las casitas y sus árboles coloridos.

Rememoré los momentos en que pasa la procesión de la Inmaculada Concepción, patrona de los penonomeños, y de un lado de la calle se oye la banda de los bomberos, y del otro, la de la Policí­a, la del Colegio Ángel Marí­a Herrera o la de Papi Valderrama. Casi escuché las voces de aquellas maestras que siguen al anda con sus cantos angelicales, mientras los pobladores caminan despacio con sus cabezas inclinadas, en respetuoso silencio.

Después me fui al mercado. ¡Ahhh!... ese olor a frutas combinado con las legumbres, las carnes y la tierra fresca me recordó cuando mi mamá me mandaba a comprar la carne, tempranito en la mañana, y yo elegí­a la de 0.40 la libra, que era la pulpa negra, la babilla o el rincón, que ahora cuestan más de B/.2.00.

Luego decidí­ darme mi vuelta por la Central. Señores... no conocí­a a nadie. Sentí­ como si estuviera en La Peatonal, en la capital. En los almacenes habí­a tantos turistas "ojiverdes y peliamarillos", que tuve miedo de que no me entendieran si no hablaba inglés. ¡Suerte que me encontré con una vieja amiga y pude conversar con alguien!

Es más, me fui a La Pintada, y allá encontré turistas comprando sombreros pintados y ocueños. Muy cerca hay proyectos mineros y sentí­ que las artesaní­as han subido de precio por la afluencia de extranjeros. ¡Lástima!

Muy lejos, quedó aquel pueblo con las tiendas de los Solanilla, los Ferrabone, los Barrios, los Saturno, los Mendoza y los Montenegro; la librerí­a de la "Niña Fantina" y el Teatro Aro. Los chinos y los palestinos se han apoderado del comercio, ahora practicado a gran escala. Hay progreso, turismo... y también reminiscencias.

¡Un brindis, por el progreso; una lágrima, por lo que ya no es!

   
 
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