Ironía y sarcasmo. Broma por parte del destino. Una interpretación de la vida amarrada al capricho que goza con frustrar las expectativas de los individuos. ¿Qué es esto? ¿Un dato comprobable y fehaciente o una visión de los hechos? ¿La vida es una bufonada o es simplemente lo que yo quiera que sea?

Todos los días, millones de lectores acuden a los horóscopos buscando amparo contra la inseguridad. ¿Se reirá el responsable de editarlos al saber que sus lectores se quedan esperando aquellos augurios que nunca se cumplen? Por lo menos, supe de uno que hoy publicaba un pronóstico para los cancerianos y mañana, el mismo augurio, lo anunciaba para los nacidos bajo el signo de Virgo.

¿Y qué decir de las campañas políticas? Nunca en otra época fuera de dichos períodos se escuchan tantas promesas juntas. ¡Y sin embargo, cada cinco años se repiten los mismos incumplidos ofrecimientos! ¡Y cada cinco años la gente vuelve a creerlos!

Dadas así las cosas es tan fácil concluir que la vida es una chanza. Que hagamos lo que hagamos terminarán riéndose de nosotros. Que el destino de nuestros sueños es el eterno desencanto. Que nuestro genoma es diferente del de los verdaderos triunfadores. Y que ellos, los verdaderos triunfadores, son unos cuantos elegidos por las hadas. Fácil y equivocada conclusión. La vida es lo que hagamos por ella. No hay garantía de éxito. Solo sudor, lágrimas y a veces, hasta sangre. No hay Walter Mercado que nos salve.