Se aferra a la vida. A sus 22 años, Aurora Soto, libra una de las batallas más difíciles de su vida. Un cáncer en el útero amenaza con arrebatarle la vida y dejar huérfanos a sus dos pequeños, Cristopher, de cuatro y Ernesto, de dos años.
Ernesto nació con atresia auricular, ausencia de un canal externo del oído, por lo que necesita una operación para ponerle un implante que le permita escuchar mejor, ya que debido a esa condición, la audición del pequeño es bien reducida.
A pesar de tan pesada carga, saca fuerzas de donde no las tiene para enseñar a leer y escribir a sus seis hermanas (algunas son mayores que ella); esto lo hace con el apoyo del programa Muévete por Panamá, que desarrolla el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES).
Ese gran amor que siente por su familia, no es correspondido, pues no tiene el apoyo de su madre y de tres de sus hermanas a las que capacitó. Para su desgracia, el hombre al que tanto amaba y papá de Ernestito, la abandonó cuando ella más lo necesitaba.
En su casita, ubicada en la barriada El Milagro, en San Vicente # 1 de Chilibre, construida con láminas de metal, Aurora piensa que tiene que ser diferente a los que le dieron la espalda, por eso da las cosas sin esperar nada a cambio.
Le desespera pensar qué será de sus hijos si ella no está, porque el amor que les darían sus familiares no sería igual al de una madre.
TRATAMIENTO
Aurora asiste al ION todos los días para recibir quimioterapia y radioterapia. Los medicamentos que le recetan son bien costosos. No tiene seguro social.
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