Viviana Calderón, de 68 años, tiene miedo de quedar bajo los escombros de su residencia de barro, ubicada en Los Corralitos de Toza, en Natá.
La señora Viviana vive con su hija y seis nietos, quienes durante el tiempo de lluvia se la sortean dentro de la casa, ya que la pared de las dos recámaras está por caerse.
La pared de la cocina se desprendió en un fuerte aguacero, mientras que la madera que sostiene el viejo techo está llena de comején.
Gloria, hija de la señora Viviana, trabaja en una planta de camarón para mantener el hogar. Mientras que su madre plancha, pero los ingresos económicos no son suficientes para construir una nueva casa.
La luz y el agua, al igual que la comida, tienen que pagarlo con el poco recurso que obtienen.
Nelly, una de las nietas y que está a su cargo durante el día, tiene parálisis cerebral y duerme en una de las recámaras de la casa, junto al resto de sus primos.
"Yo le pido a las autoridades que me ayuden, aunque sea con unos dos cuartitos, porque la verdad que si llegara a llover bastante esta pared se caerá y va a matar a un poco de muchachos", dijo Viviana.
Entre tanto, Lilibeth Rivera, una de sus hijas, comentó que los políticos siempre le dicen a su madre que ya viene la partida, pero ésta nunca llega, por lo que la familia está cansada de ellos.
Viviana entregó sus papeles para la ayuda de los 35 balboas que otorga el Gobierno y tampoco lo consiguió, ya que esto la ayudaría para la comida de sus nietos, que rara vez le alcanza.