María le preguntó a su padre: ¿Qué me regalarás para mi quinceaños? El papá le respondió: "Pero si apenas tienes diez, ¿no te estás apresurando? La niña sólo sonrió.
Un domingo, en misa, María José fue cayendo lentamente sobre el banco y casi perdió el conocimiento. La tomé en brazos mientras su padre buscaba un taxi y la llevamos al hospital.
Ese mismo día por la tarde llamaron a su padre Rafael, el asunto era grave, su hija estaba muriendo, necesitaban un corazón, pues el de ella no resistiría sino unos quince a veinte días más. ¡Un corazón!
¿DONDE HALLAR UN CORAZóN?
Ese mismo mes , María José cumpliría sus quinceaños. Fue el viernes por la tarde cuando consiguieron un donante, las cosas iban a cambiar. El domingo por la tarde, ya María José estaba operada. ¡Todo fue un éxito total!
Al llegar a casa se sentaron en el sofá y su mamá, con los ojos llenos de lágrimas, le entregó una carta de su padre:
"María José, mi gran amor: Al momento de leer mi carta, debes tener quince años y un corazón muy fuerte latiendo en tu pecho. No puedes imaginarte cuánto lamento no estar a tu lado en este instante. Cuando supe que ibas a morir, decidí dar respuesta a una pregunta que me hiciste cuando tenías diez años y la cual no respondí. Decidí hacerte el regalo más hermoso que nadie jamás ha hecho. Te regalo mi vida entera sin condición alguna para que hagas con ella lo que quieras, ¡Vive hija! ¡Te amo!
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