Cuenta que desde que era Gago, ella trabajó en los alrededores, en vista de que no obtenía un empleo.

Dijo que hace lo que Dios le ofrezca, sólo pone un poco de voluntad... y pa’lante. Hoy en día, Consolación cuenta con la confianza y el apoyo de los empresarios de este almacén.

Esta señora, muy humilde, ha fungido como madre y padre de sus hijos, a quienes logró mantener con lo poco que gana en su trabajo honrado.

Hay días en que vende y otros que no. Pero ella sigue luchando, pues con lo que gana lleva el pan diario a su hogar en Cerro Batea, donde vive con dos hijos y 2 nietos. Todo lo que ha conseguido para sus hijos y su casa, ha sido a costa de este humilde trabajo.

Siempre ha vendido frutas naturales. Trabaja en un horario de 6 de la mañana y se va a casa entre la 5 y 6 de la tarde, dependiendo del movimiento.

Con gran satisfacción y una sonrisa en su rostro, dijo: "Yo trabajaré hasta cuando Dios me ayude y me dé fuerzas para seguir".

En ocasiones, cuando no puede ir a trabajar, sus hijos le asisten en el puesto, ya que tampoco tienen empleo.

Le pide ayuda al nuevo gobierno para que le facilite un trabajo a sus hijos, ya que todavía no logran obtener un empleo estable.