"La barra amarilla Ordena en inglés, Con mangos se borra El Orobio y Manuel." Diana Morán
Noviembre es considerado el mes de la patria. Pero está repleto de controversias. ¿Leyenda negra o dorada? ¿Quién dice la verdad? No sé, depende del autor consultado. Sin embargo, hay una fecha que tiene su cielo libre de dudas, cuando la juventud se enfrentó a los fusiles con las manos armadas de piedras. Todos los autores están de acuerdo, sin lugar a duda, que el nueve de enero de 1964 es la fecha que cambió el rumbo de nuestra historia y el perfil de nuestra nación.
La sangre inmolada alimentó a la patria que creció hasta alcanzar su plena soberanía 35 años más tarde, el 31 de diciembre de 1999. Pero entonces, por qué tengo la sensación de que esa fecha es una excusa para ir a la playa y no un día para sentirnos orgullosos de ser panameños.
Quizás sea porque hemos dejado de leer la poesía de virtuosas como Diana Morán. La "Diana de la ternura, Diana de la pasión, Diana de la protesta, Diana del combate, toda ella en la poesía, toda en el amor, toda en el sacrificio."
Ella, en 1965 con el poemario ganador del premio Ricardo Miró "Gaviotas de cruz abierta", con rondas infantiles convierte el dolor en esperanza, bella esperanza. Los mártires ya no son más mero músculo macerado por el plomo, son héroes que escuchan el homenaje cantado por los niños que crecerán bajo la sombra del pabellón tricolor, aquel por el cual ofrendaron sus vidas.
Parece que nuestra memoria es anémica y no resiste cargar mucho peso. ¿O es que:
"El lobo se cogió el bosque Con su máscara de abuela Con pólvora de aguinaldo"...?
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