¡Que eliminen todos los pasos elevados de la Interamericana! Eso es lo que deben hacer las autoridades de una vez por todas.
Por favor, no pregunten por qué. La respuesta es obvia. ¡La gente no los usa!
El sábado estuve en una parada de buses de La Chorrera. Al lado hay un paso elevado peatonal, justo frente a Plaza Italia. Me planté a observar y... a pecar.
Sí, porque me la pasé juzgando y condenando a cuanto peatón se jugaba la vida en la carretera. No podía entender cómo se tiraban delante de los buses, teniendo a la mano un paso peatonal.
Me llamó la atención que al menos el 30 por ciento de quienes se dirigían a Plaza Italia no usó el paso elevado.
Una joven señora iba con dos niñas de unos 7 y 10 años. Ella se veía llena de vida, igual que sus hijas, pero las expuso de tal manera al peligro, que se cruzó en medio de dos buses de la ruta Chorrera - Panamá. El conductor de uno de ellos arrancó y no las había visto. Me quedé fría presagiando lo peor. Afortunadamente, frenó a tiempo.
La mujer cruzó muerta de la risa, como si hubiera estado en el patio de su casa. ¡Y el paso elevado allí!
Un hombre iba con un dulce de cumpleaños y un niño. Se la jugó entre los autos, sin siquiera tomar de la mano al niñito de unos 5 años.
Insisto, yo estaba molesta. Estuve a punto de cometer la indiscreción de gritarles a esos ciudadanos cuatro verdades. Pero me abstuve, en aras de la convivencia pacífica. Además, si hubiese dicho algo, lo más probable es que me hubiesen tachado de vieja loca. No, mejor me tragué la lengua.
Para colmo, yo no podía sentarme en la parada, porque todo el que llegaba ponía sus zapatos sucios en el asiento y se sentaba en el respaldar.
Peor aún, algunos llegaban comiendo algo y tiraban el envase en el asiento o en el piso. Y yo sufriendo.
¿Quieren saber la verdad? En ese tiempo que estuve allí pensé que si aplicasen leyes que obliguen al peatón a cruzar por donde debe, a respetar las luces de los semáforos y a usar el paso elevado, so pena de multas significativas, ese relajo se acabaría y disminuirían las muertes por atropello.
Asimismo, si multaran a quienes tiran basura en la calle o usan mal las paradas, tendríamos ciudades más limpias y sanas.
Finalmente, llegó una amiga a la que le comenté lo que pensaba y me dijo que me olvidara de eso, que yo no podría cambiar nada.
¡Eso sí que no! Los periodistas somos agentes de cambio, y desde esta columna hago un llamado a la ciudadanía para que use los pasos elevados, no bote basura en la calle, no pise los asientos de las paradas y que tenga más conciencia cívica. ¡Panamá somos todos!
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