Al pan, pan y al vino, vino. Siempre se critica a los periodistas de que sólo escriben e informan de cosas malas, pero no.
Aunque no completo una década ejerciendo esta maravillosa carrera, siempre trato de ofrecerles a los lectores, a través de mis escritos, una razón para estar convencidos de que Dios nos sigue bendiciendo a pesar de las dificultades que se nos presenten.
Y les comparto esta experiencia, pues me dejó gratos recuerdos. El año pasado, realizaba un reportaje comunitario en Las Garzas de Pacora. En esa visita observé a un niño en silla de ruedas, que prestaba atención a las clases de Educación Física, y sus compañeros lo integraban. Mentalmente me dije: "Allí hay un reportaje buenísimo. Voy a publicar su historia", pero no le puse fecha para hacerlo.
Ese niño era Eric Izario, de 8 años, y cursaba el tercer grado de la Escuela Virgen de Guadalupe. Ese niño no tiene piernas, pero denotaba mucho carisma y entusiasmo. Aunque tímido, demostró sus dotes en el baloncesto y jugando en el "mono mono". ¡Es un astro, tiene talento! Al despedirme de él, ya tenía un as bajo la manga para una buena publicación. Esas que te dan grandes satisfacciones. Y como Dios sabe por qué hace las cosas, cayó la tarde en la redacción y entre los reporteros no había una nota para la portada. Las caras eran largas en la redacción y el silencio era cómplice. No me quedó de otra que contarle al editor de cierre mi cosecha adicional que tenía de ese día.
Un mes después, esa nota me llevó a obtener mi tercer premio de prensa.
Pero no sólo gané yo, pues estoy seguro de que quienes leyeron esa historia, ganaron una enseñanza: "No te lamentes, hay otros que están peor que tú".
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