Los reyes le ofrecieron cantidades fabulosas por el caballo, pero el hombre decía: "Para mí, él no es un caballo, es una persona. ¿Y cómo se puede vender a una persona, a un amigo?". Era un hombre pobre, pero nunca vendió su caballo.

Una mañana descubrió que el caballo ya no estaba en el establo. Todo el pueblo se reunió diciendo: "Sabíamos que algún día le robarían su caballo. Hubiera sido mejor que lo vendieras. ¡Qué desgracia!".

- "No vayáis tan lejos" - dijo el viejo-. "Simplemente decid que el caballo no estaba en el establo. ¿Quién sabe lo que va a suceder mañana?". Después de 15 días, una noche el caballo regresó. No había sido robado, se había escapado y trajo consigo 12 caballos salvajes.

De nuevo, se reunió la gente diciendo: "Tenías razón, viejo. No fue una desgracia, sino una verdadera suerte".

- "De nuevo estáis yendo demasiado lejos" - dijo el viejo-. Decid sólo que el caballo ha vuelto... ¿quién sabe si es suerte o no?

El viejo tenía un hijo que comenzó a entrenar a los caballos. Una semana más tarde se cayó de un caballo y se rompió las dos piernas. La gente dijo que era una desgracia.

Pocas semanas después, a todos los jóvenes se los llevaron por la fuerza al ejército. Sólo se salvó el hijo del viejo, porque estaba lisiado. El pueblo entero lloraba y le dijeron que tenía razón que era una fortuna que su hijo se hubiera quebrado los pies.

Una vez que juzgas, has dejado de crecer.