Para ejercer cualquier profesión se necesita vocación, pero para enseñar se requiere una dosis extra. En el caso de la maestra Amanda Aguilar, eso no se pone en duda.
ANTES ERA SECRETARIA
La vida profesional de Amanda comenzó detrás de un escritorio como secretaria de varias entidades. Eso lo abandonó, una vez tuvo la oportunidad de culminar sus estudios y convertirse en docente.
ENTREGADA A SUS NIÑOS
Esta bocatoreña tiene 10 años de estar laborando en la Escuela de Loma Muleto, en Changuinola, Bocas del Toro. Cuenta la maestra que muchas cosas han pasado, es más, recuerda que cuando llegó, la escuela era de madera, hoy tiene cuatro salones de concreto.
FRENTE A LA NECESIDAD
En su mayoría, los estudiantes de esta educadora son indígenas, ya que esa área es poblada por ngöbes. Ante esta situación, Amanda ha sido fiel testigo de la necesidad de muchos de estudiantes, quienes a veces van sin zapatos a recibir clases.
LLEGARON LOS DUROS
Al llegar a la escuela, la maestra Amanda, siempre va con su "coolercito" lleno de duros, algunos de frutas naturales y otros de cool aid (culey), ya que dice que el rojo no puede faltar. Esta costumbre nació desde el año pasado, cuando se organizó un reinado en la escuela. Para recoger fondos, la maestra de tercer grado, comenzó a vender los duros y desde entonces los hace.
UN PASEO SIN IGUAL
Puede que el año pasado, los fondos sirvieron para el reinado, pero igualmente, se utilizó para un paseo. La maestra llevó a su grupo a la "isla", o sea a la Isla Colón. Confesó que para ella fue una experiencia única, ya que sus estudiantes nunca habían visto el mar. Así que sirvió de esparcimiento y a la vez, fue educativo.
Ahora con lo que la maestra recoja de los duros, organizará una fiesta, para fin de año. Lo cierto es que los duros han sido toda una innovación, ya que en Loma Muleto no hay luz eléctrica, de modo que son pocas las veces que estos niños pueden llevarse algo frío a la boca.
NECESIDADES
La maestra no sólo debe afrontar la pobreza de sus estudiantes, sino también la poca ayuda, ya que en casa pocos saben leer o escribir. |