A nivel planetario se está consumando la metamorfosis del mundo de las realidades al mundo de las virtualidades. ¿Quieren pruebas? Obama durante su campaña política prometió el incremento de la guerra en Afganistán y ahora, como Presidente, se está preparando para invadir Irán y Somalia; eso sin mencionar su papel ambiguo en el golpe de Estado perpetrado en Honduras. Y a pesar de esas anomalías que atentan contra la comunidad internacional, el próximo 10 de diciembre le van a dar el Premio Nobel de la Paz.
A mi entender, las razones para premiarlo son sus muchas promesas a favor de la convivencia pacífica mundial. ¡Promesas! ¿Promesas? Sí, promesas. No resultados de sus acciones. Promesas.
Después de la noticia, estuve un tiempo confundido hasta que me comuniqué con tres amigos; el primero fue el pintor Manuel Montilla que me recordó cuán poderoso es el caballero don Dinero. El segundo fue el veragüense Ángel Valdés quien me dijo que a él le van a dar el Nobel de Química próximamente "porque a lo mejor dentro de algunos años encuentre la piedra filosofal". Y el tercero fue el abogado Belisario Rodríguez, quien me reveló la existencia de una clase internacional de príncipes progresistas que son puro discurso y nada de cambios sociales reales.
¿Otra prueba? ¿Así que el Presidente de los Estados Unidos de América va a dejar de defender los intereses petroleros de las transnacionales por sentirse moralmente obligado con la paz mundial por el premio otorgado? Ese pensamiento o es pura ingenuidad o es maldad pura.
¿Que maldad es un término muy fuerte? Es igual de fuerte que los efectos de la extensión de la guerra a Pakistán. Ahora, más que nunca, entiendo los furibundos ataques contra la esperanza que realizaron algunos filósofos a lo largo de la historia. Con una esperanza construida con cimientos débiles, el resultado será la frustración. Claro que, si lo único que se quiere es escuchar promesas….
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