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  jueves 11 de noviembre de 2004 enviar por email versión para imprimir
  IMPACTO
Fiestas patrias al estilo santeño

Diamar Díaz Nieto | DIAaDIA

Dos desfiles, una misma tradición. Los santeños de San Miguelito y Juan Díaz recordaron ayer que hace 183 años una mujer valerosa llamada Rufina Alfaro se atrevió a gritar "libertad", sin importarle si el yugo español la reprimía.

Ambos desfiles arrancaron aproximadamente a las diez de la mañana, pero desde las 8:00 a.m. se escuchaban las salomas y el repique de los tambores que acompañaban la afilada voz de las cantalantes, que entonaban el clásico "Se nos va la vida" o el tambor tuna "Ella no lo quiere".

LA LLUVIA NO PARA LA FIESTA
La lluvia no los iba a detener. Justino Vergara y Rodrigo Soriano no dejaron que sus lujosos sombreros pintados se dañaran por la débil pero dañina agua, por eso se compraron en Penonomé unos "encerados". Don Justino relató que su encerado le salió por tres balboas, alternativa que le resultó económica, sobre todo porque su sombrero costó más de cien, y el 10 de noviembre es el día más propicio para lucir de forma elegante nuestras prendas típicas.

NOSTALGIA POR LA CAMPIÑA
La esencia de ser interiorano y el alejarse de la tierra que los ha visto nacer deja en los ojos de los azuerenses una gran nostalgia. Conocedor de este sentimiento agridulce, Benjamín "Min" Acevedo, micrófono en mano relató lo que representa para el azuerense el deseo de volver a sentir sobre la piel la lluvia de mayo o la dulce brisa que anuncia la llegada de la Navidad. "Dejamos el rancho triste y solitario con mucho dolor para empezar a trabajar", afirmó Acevedo.

Indicó que se deja en esa partida un poco de la propia existencia. No obstante, acotó que estos esfuerzos no son en vano, ya que el santeño ha contribuido, sobre todo en el área de San Miguelito, al desarrollo social y económico, precisamente por su valía.

CARRETAS A LA USANZA
La tradición se sentía en el aire, mezclada con el aroma de los bollos, los tamales y el sudor de las bestias traídas del campo especialmente para esta actividad.

Osvaldo Abel González arreaba una de las carretas que adornaba el desfile. Con más de quince años de experiencia afirma que quiere a sus bueyes porque son su fuente de sustento.

González contó que siente que ellos son casi como gente. "El cariño que usted tenga con ellos, asimismo ellos los tendrán con usted", aclaró.

A ambos les ha puesto nombre, uno se llama Cachón y el otro Fulo. Su carreta la lleva a la vieja usanza (de madera) para conservar la tradición, aunque las de metal son más resistentes por la fortaleza que presenta este material.

EL MORISQUETO
Morisqueto es una expresión utilizada especialmente en Chitré para referirse a una persona que hace muchas muecas o le gusta hacerse el gracioso haciendo toda clase de piruetas. En San Miguelito pudimos observar uno que detrás de una tuna daba pasos de bailes graciosos. Luis Omar Guerra, medio apurado y medio brincando, señaló que en esta fiesta baila y vende papitas y chocolates. En ese mismo afán se despidió, ya que no se quería perder ningún acorde que daba la murga.

LORITO PARRANDERO
Su orgulloso dueño lo sacó a pasear, y gracias a esa iniciativa hasta robó la atención que prestaba la gente a las bandas en Juan Díaz. Roberto Vásquez paseó a "Kike", su lorito, quien ya tiene ocho años de estar con él. Resaltó que a su cotorro le gusta la parranda, sobre todo el 10 de noviembre y el carnaval, y que durante los culecos grita "agua" cuando los fiesteros lo bañan. Afirmó que su lorito es "bochinchoso" y que por eso es su mejor confidente, porque le cuenta todo lo que pasa en su casa, ya que es mejor que un perro guardián.

 
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