Una novela que tiene a un gran número de panameños pegados a sus televisores es La Diosa Coronada. Muchos han podido notar que esta historia, protagonizada por Carolina Guerra, está basada en hechos reales, pero lo que pocos conocen es de quién se trata.
Les cuento que esta serie está basada en la vida de Angie Sanclemente, a la que la gente del bajo mundo la bautizó como la reina de la coca. ¡Uy!
Para que sepan de quién estamos hablando, les vamos a contar un poquito de este revolcón con moraleja y todo.
Angie Sanclemente Valente era una chica que nació en un hogar humilde el 25 de mayo de 1979.
Ella llegó a ganar en el 2000 el Reinado Nacional del Café y, según los organizadores del concurso, fue favorita desde el inicio por su belleza y simpatía. Al finalizar el certamen, se ratificó su favoritismo con la coronación, pero apenas 48 horas después, fue destituida, porque su suegra confirmó que era casada.
Al poco tiempo se casó nuevamente y se divorció de un narcotraficante mexicano a quien solo identifica como "El monstruo".
De este hombre aprendió cómo se movía el mundo del narcotráfico y fue así como integró una red que reclutaba mujeres bellas, pero no llamativas, para que llevaran cocaína hacia Europa, pasando primero por Argentina y luego por la ciudad mexicana de Cancún. ¡Qué bárbara!
Todo marchaba sobre ruedas para esta chica hasta el fatídico 13 de diciembre de 2009, cuando su organización comenzó a desmoronarse como juego de naipes.
Ese día fue detenida en el aeropuerto internacional de Ezeiza, una muchacha de 21 años que intentó embarcar una valija con 55 kilos de cocaína, en un avión que volaba hacia Cancún. Doce horas después, los investigadores detuvieron a otras tres personas.
Desde esos momentos, la policía le comenzó a seguir los pasos y enviaron una captura internacional contra la beldad por contrabando de estupefacientes.
Ella llegó a la Argentina el 7 de diciembre del 2009. Arribó al país acompañada de un perro de raza pomerania, que terminó siendo clave para poder ser identificada.
Pero lo que la que dejó con los trapos al aire fue su hábito de escribir en Facebook, esto permitió que la policía la localizara y conociera sus pasos.
Y no solo eso, ella también subió fotos. Bueno, el pez murió por su boca.
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