A Rodrigo Luque, deportista de sangre, hasta los niños que aman al béisbol lo lloraron en el estadio Omar Torrijos de la ciudad de Santiago; su muerte también se hizo eco en las provincias hermanas.
La comunidad veragüense despidió ayer al ex-pelotero que hizo brillar la camiseta nº 8 de los "Indios de Urracá".
"Se nos fue una de las mejores figuras y exponentes del béisbol que dio glorias a nuestra provincia y al país, pero nos deja su legado", dijo Benjur Sclopis, morador de Santiago, en nombre de sus amigos.
El féretro con el cuerpo de Rodrigo Luque salió de su residencia temprano, como siempre solía hacerlo cuando estaba en vida; fue llevado en un carro bomba hasta el Estadio "Omar Torrijos Herrera", donde se dedicaba a entrenar a los jóvenes para las Pequeñas Ligas de Béisbol. Allí se colocó su cuerpo sobre el "home plate".
El cuerpo de Luque también fue llevado a la Policlínica de la Caja de Seguro Social Horacio Díaz Gómez, donde laboraba; posteriormente, recorrió algunas calles de Santiago y luego entró a la Municipalidad, donde fungió como vice-alcalde. Allí también el Consejo hizo su acto de despedida al luchador deportista.
En la iglesia, el reverendo Raúl Rodríguez recibió el cuerpo del amigo inseparable de sus hijos y de su esposa, que aún no salen del asombro de cómo se les fue para siempre.
NOSTALGIA
Muchos niños ensombrecieron sus ojos con lágrimas, al ver cómo se despedía a una de las estrella del béisbol nacional.
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