En un pueblo oriental, en la montaña vivía un anciano que era muy conocido por su sencillez y su sabiduría. Pero en el pueblo cercano vivía un joven malicioso y envidioso de aquel anciano.
Un día, acompañado de un par de amigos decidió ir al encuentro de aquel anciano para dejarlo en evidencia, se compró un pájaro y fue al encuentro del anciano.
Cuando estuvo frente a él, le dijo:
- Buen anciano, todo el mundo habla bien de ti; yo quiero ponerte a prueba a ver si lo que dicen de ti es cierto. Este pájaro que llevo en la mano, ¿qué pasará con él, cuando la abra: volará o caerá muerto?
El joven pensaba: si dice que volará, aprieto la mano, lo ahogo y caerá muerto, por el contrario, si dice que morirá abriré la mano y saldrá volando; este viejo no tiene escapatoria.
El buen anciano se dio cuenta enseguida del mal de aquel joven y empezó a mirarle fijamente a los ojos para que reflexionase, pero el joven insistía: ¿volará o caerá muerto?
Finalmente, el anciano le clavó sus ojos en los de él y le dijo: "De ti depende".
Fue suficiente, aquellas palabras le llegaron al fondo del corazón, abrió la mano, salió el pájaro libre y regresó junto con sus amigos en silencio al pueblo; parece que la lección de aquel anciano había servido de mucho para él.
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