Comentó que se inició en la invasión de terrenos desde hace más de 30 años, en el corregimiento de Burunga, en Arraiján, y en Cerro Castillo.

Recordó que la última invasión se originó cuando un grupo de personas llegó a su casa y le pidieron que les consiguiera tierras para vivir. "Desde 1999 me metí a los terrenos que eran propiedad del Asentamiento Campesino, terrenos que no eran utilizados y que después llamamos Lluvia de Bendiciones", relató.

Pero las luchas no han sido fáciles para él, porque hace cuatro años, cuando caminaba por el sector de la 2 de Mayo en Burunga, unos sujetos le dispararon. "El tiro me entró por el cuello y la bala está dentro del pulmón. Ahora, una parte de mi cuerpo permanece fría", aseguró.

Eso no fue impedimento para que este señor dejara la batalla. Meses después de su recuperación se enfrentó cuatro veces contra los antimotines. "En esas luchas murieron cuatro personas y los invasores perdimos las casas que eran de madera, zinc y pedazos de cartón porque las tumbaban", contó.

Una de sus mayores satisfacciones es ayudar a las personas que menos tienen. Él dice que cuando uno hace cosas por el prójimo, Dios lo ve con buenos ojos.

Destacó que las personas en Lluvia de Bendiciones voluntariamente daban una cuota de B/.5.00, que era utilizada para los gastos de movilización, papeleo y abogado.

Castillo, además de ser un experto invadir tierras, toda la vida le ha gustado el comercio. A la entrada de la comunidad tiene una tienda en donde las personas compran los artículos indispensables.

Mientras los sábados, como son días sagrados, asiste al culto, pues es miembro de la iglesia Adventista del Séptimo Día.

A cada rato las personas acuden a su casa para ver si les puede conseguir un terreno. Castillo no descartó protagonizar otra invasión si ve que hay personas que necesitan un lugar para vivir.