Nació con el don del trabajo. De niño su madre lo mandaba a La Peatonal a pagar club de mercancía a los almacenes. Del dinero que le quedaba, iba a las casas mayoristas, compraba y se iba a vender deambulando por las calles, a pesar que no lo necesitaba.
Así fue que creció Salvador Arenales Roseel. Vendía periódicos, limpiaba zapatos y lavaba carros. Es decir, siempre le ha gustado trabajar.
Hoy con 47 años, este caballero contó a DIAaDIA que también ha vendido bollos, chichas y toallitas en los semáforos. No le da pena decirlo, ni le teme al trabajo.
En medio de la conversación, recordó que "no tenía necesidad de trabajar, mi madre me regañaba, hasta llegué a botar basura por un real".
Siempre ha trabajado independiente, en lo que hoy se denomina la economía informal. Ya son más de 35 años en estas lides.
Se considera todo un veterano. Actualmente tiene su puesto en una acera de La Peatonal, donde vende juguetes y artículos para el hogar, desde 25 centavos hasta 5 dólares.
Con su esfuerzo, ha educado y mantenido a sus tres hijos. Ha tenido momentos duros, que ha sabido superar. Labora de 9 de la mañana hasta las 7 de la noche.
"Este trabajo es mi vida, es lo que quiero, para dejarlo tendrían que darme un empleo de mil dólares", dijo Salvador.
Lo único que pide al alcalde y al gobierno es que lo dejen trabajar tranquilo, pues no le hace daño a nadie. Señaló que "es duro para nosotros los latinos, competir con los judíos, pero de que se puede se puede, si ellos pueden porque yo no". Su hijo menor de 5 años, le acompaña en ocasiones a trabajar.
SUEÑO
Su aspiración es tener su propia tienda de buhonerías y una casa propia.
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