El Cádiz salió sin complejos a disfrutar, contagiados por una afición entregada desde el pitido inicial, sabedores de que tras trece años sin pisar el terreno blanco, todo lo que consiguieran iba a ser oro puro.

De hecho, la primera mitad fue la que obtuvo el balón más tiempo, apenas sin ocasiones, pero lo suficiente para que los blancos no se sintieran a gusto.

De Quintana, en dos ocasiones, y Nenad, en otra, pudieron cambiar el rumbo del partido, pero primero Casillas y luego la mala puntería lo evitaron.

Tras dos partidos buenos seguidos en el Bernabéu, al Real Madrid de López Caro le tocó sufrir, sobre todo porque Bezares se convirtió en un sello para Zidane y Guti. Unas veces Benjamín y otras el mismo Bezares, le desconectaron los fusibles, algo de lo que se resintió notablemente el equipo en el primer acto.

FANATICOS
Los cinco mil aficionados del Cádiz, que apoyaron a su equipo, dieron una lección de cómo se anima a un equipo con alegría, entusiasmo y gracia.