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  martes 30 de enero de 2007 enviar por email versión para imprimir
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Regreso de Noriega abre viejas heridas

Gloria Leiva Gaitán | DIAaDIA

Los años pasan, pero los crudos recuerdos de una dictadura siguen presentes en las mentes de algunos panameños, quienes no sólo perdieron la confianza en la justicia panameña, sino también una gran parte de sus vidas: una madre, un hijo y un esposo.

Estos son los casos de Valentí­n Morán, quien perdió a su madre y aún no sabe dónde están sus restos; Leticia Méndez, a quien le asesinaron a su hijo a sangre frí­a, y el homicida sigue libre y Gisela Muñoz, quien perdió a su esposo en la Masacre de Albrook.

Con el supuesto regreso de Manuel Antonio Noriega a Panamá, estas 3 familias con desgano, sólo quieren que la justicia panameña haga su papel, para que sus seres queridos descansen en paz.

UNA MUERTE SIN CONCLUSION
Han pasado 17 años y aún Valentí­n Morán llora la desaparición de su madre, Marta Morán. "Yo lloro porque no sé dónde está el cuerpo de mi mamá", dijo con indignación.

Éste es uno de los 30 casos de homicidios que hubo entre los años 1984 y 1989, el tercer perí­odo de la dictadura militar, liderada por el general Manuel Antonio Noriega.

Marta Morán tení­a 67 años cuando desapareció, era madre de dos hijos y una hija. Ella se dedicaba a planchar y lavar ropa de otras personas para ganar un par de reales.

En este caso existen dos versiones, ambas contadas por familiares, y ante esta contradicción, no existieron elementos suficientes para un proceso judicial.

DIAaDIA buscó a Valentí­n Morán, uno de los hijos de Marta. A él lo encontramos en un puesto de buhonerí­a, en la 24 de Diciembre. Valentí­n viví­a en Boquete cuando se enteró de que su madre habí­a desaparecido. Eso fue el 3 de octubre de 1989, era el golpe de Giroldi.

Desde entonces, Valentí­n junto con sus primas pegaron afiches en distintos puntos de la ciudad, con la foto de su madre, pero ella nunca apareció.

Amistades de Valentí­n, que estuvieron con Marta ese fatí­dico dí­a, le contaron que ella pasaba frente a la Comandancia durante una balacera y una bala la alcanzó, pero luego no supieron qué pasó con ella.

La otra versión de los hechos, la contó su hermano ante la Comisión de la Verdad. Ésta se referí­a a que ella murió el 20 de diciembre de 1989, en la invasión estadounidense.

Para Valentí­n, su hermano contó esa historia para que lo ayudaran, pues él trabajaba en el Gobierno. "A él le dieron casa y plata, a él lo ayudaron", dijo con dolor.

Hoy, Valentí­n mantiene en su humilde hogar un retrato de su madre en la sala de su casa y, con los ojos bañados en lágrimas, acaricia su foto con la esperanza de que algún dí­a sus restos aparezcan.

El supuesto regreso de Manuel Antonio Noriega es para Valentí­n un caso perdido, pues manifestó que él no le revelará dónde están los restos de su madre. "Para cualquiera este golpe es duro, no sé dónde está de mi madre", finalizó con tristeza Valentí­n.

UN JOVEN SIN JUSTICIA
El próximo 14 de marzo, se conmemoran los 21 años de la muerte de Yito Barrantes Méndez, un joven obrero que fue asesinado a sangre frí­a en la puerta del Teatro Variedades, ubicado en Santa Ana.

Su madre Leticia Méndez, aún recuerda con gran dolor, cuando un compañero de su hijo le fue a avisar a la casa que "Yito estaba muerto, lo mató un doberman".

Él sólo tení­a 6 meses de estar trabajando como obrero y, con lo que ganaba, daba el sustento en el hogar. "No quiso que yo trabajara más, para él mantenerme", contó su madre.

Ese dí­a, Yito salió de una construcción en Paitilla, donde trabajaba, y se fue para Santa Ana a una marcha que realizaban varios grupos sindicales en contra de la intención del gobierno de reformar la ley industrial, agropecuaria y laboral.

A la señora Leticia le contaron que Yito estaba en una esquina, mientras las personas corrí­an, huyendo de los "doberman", que estaban disparándole a los manifestantes. Uno de los uniformados le preguntó: "¿qué hace ahí­ parado?...", y comenzaron a golpearlo. Al ellos voltearse, Yito reaccionó y pateó a uno de ellos. Fue cuando éste se volteó y le disparó en el estómago.

Noriega quiso ayudar a Leticia, pero ella no lo aceptó, porque "la vida de mi hijo no tiene precio".

La única ayuda que recibió Leticia fue por parte del SUNTRACS, que aún la sigue ayudando.

Por varios años, Leticia estuvo peleando en los tribunales en contra de Jorge Eliécer Bernal, acusado como responsable de la muerte de su hijo, pero no fue hasta en el 2001 que el jurado de conciencia lo declaró culpable del homicidio de Yito Barrantes. Éste fue juzgado y condenado en ausencia. Se sospecha que está escondido en Costa Rica.

Para Leticia, el regreso de Noriega es en vano, pues ella dejó de confiar en la justicia panameña. "Yo le aseguro que si fuera una persona importante, de dinero, a ese señor (Bernal) lo hubieran agarrado", acotó.

Leticia nos mostró las 2 fotos de Yito, que permanecen colgadas en una de las paredes de la casa que le construyó el SUNTRACS. Ella agarra una de las fotos y, con gran fervor, enseña a su primogénito, a quien extraña cada dí­a.

TAMBIEN MURIERON MILITARES
"El tema del 3 de octubre del '89 es muy doloroso para mí­ y mi familia, dentro de poco serán 18 años", comentó Gisela Muñoz, viuda del teniente Jorge Bonilla, quien fue asesinado en la Masacre de Albrook.

Su único pecado fue querer derrocar en el golpe de Estado a Noriega. "Tengo todos los recuerdos presentes. No importa que pasen 10 ó 20 años. Mataron a personas, no a animales... ¡Ah!, pero eran militares, así­ que no importa la muerte de ellos, porque eran militares", manifestó y concluyó con ironí­a la viuda de Bonilla.

EN PANAMA LO ESPERAN...
Si Manuel Antonio Noriega regresa a Panamá, lo esperan varias condenas, que suman un total de 55 años de prisión, pero sólo pagarí­a 20 años, que es la pena máxima en nuestro paí­s.

Noriega tiene una condena de 15 años de prisión por la muerte de Hugo Spadafora, otros 20 años más por el asesinato de Moisés Giroldi, y otros 20 años más por la Masacre de Albrook, donde mataron a 9 militares que participaron en el intento de golpe en octubre del '89.

HAY TEMOR
Sin embargo, en algunos panameños y familiares de las ví­ctimas existe el temor de que Noriega sea absuelto de todas sus condenas, o que se le brinde una medida cautelar, sencillamente por estar en un gobierno PRD.

EXTRADICION
El pasado 24 de enero, el primer vicepresidente y canciller, Samuel Lewis Navarro, solicitó nuevamente al gobierno de Estados Unidos la extradición del general Manuel Antonio Noriega. Desde 1991, el gobierno de Estados Unidos ha respondido ante estas peticiones, que Noriega primero debe cumplir su condena en ese paí­s.

 
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