Yo era todavía un niño cuando me deslumbraba el viejo teléfono. Lo que más me intrigaba era que en su interior vivía un pequeño genio que sabía todas las cosas: la hora, el horario de los trenes y los teléfonos de todos.
Deseaba mucho conocer el nombre de este mago chiquito y descubrí que mamá lo llamaba: "Informeporfavor".
Mi primer contacto con "Informeporfavor" se produjo un día que mi madre me dejó solo por unos minutos. Me puse a golpear con un martillo en el sótano hasta que me di un martillazo en un dedo. Entonces me acordé del genio "Informeporfavor".
Descolgué el teléfono y le hablé: "Informeporfavor". En efecto, estaba allí y tenía una suave voz de mujer.
En cuanto me respondió, me puse a llorar con todas las ganas, y como pude le conté lo que me pasaba. "Informeporfavor" me ayudó. Supe que se llamaba Sally.
Pero la más grande ayuda que Sally me dio fue un día cuando mi adorado canarito apareció muerto en su jaula. Llamé a "Informeporfavor" y le conté mi profunda tristeza. ¿Puede usted explicarme, - le pregunte- cómo es posible que un pobre pajarito que pasa el día cantando para alegrarnos a todos termine un día caído sin poder moverse? Ella me dijo : "Tu sabes, hay otros mundos a donde ir a cantar...".
Con los años la conocí y le agradecí su ayuda, pero ella dijo que yo le ayudé, pues no tuvo hijos y se alegraba de hablar conmigo. Un día, muchos años después, la llamé, había muerto, pero me dejó una nota que sabía que yo entendería: "Tu sabes que hay otros mundos donde ir a cantar...".
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