Las personas que se habían adueñado del lote baldío, reclamado ahora por sus dueños, delimitaron sus áreas para construir las viviendas improvisadas nuevamente, después de ser violentamente desalojados hace 18 días.

Pero esta vez ni una sola bomba sonó. Sin embargo, la indignación de los residentes fue peor que en la primera ocasión, cuando los miembros del Control de Multitudes de la Policía rodearon el área residencial cercana al terreno en disputa.

Lo que las más de 100 familias invasoras reclamaban, era la autenticidad de los documentos que hacen al ciudadano, dueño legal de las tierras.