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  miércoles 15 de febrero de 2006 enviar por email versión para imprimir
  OPINION
HISTORIAS
En el fuego

Redacción | DIAaDIA

Durante muchos años un herrero trabajó con ahínco, practicó la caridad, pero, a pesar de toda su dedicación, nada perecía andar bien en su vida; muy por el contrario, sus problemas y sus deudas se acumulaban.

Una tarde, un amigo que sentía compasión por su situación difícil, le comentó: "Es muy extraño que justamente después de haber decidido volverte un hombre temeroso de Dios, tu vida haya empeorado. No deseo debilitar tu fe, pero a pesar de tus creencias, nada ha mejorado".

El herrero le respondió: "En este taller yo recibo el acero aún sin trabajar, y debo transformarlo en espadas. ¿Sabes tú cómo se hace esto? Primero, caliento la chapa de acero a un calor infernal, hasta que se pone al rojo vivo; enseguida, sin ninguna piedad, tomo el martillo más pesado y le aplico varios golpes, hasta que la pieza adquiere la forma deseada, luego la sumerjo en un balde de agua fría, y el taller entero se llena con el ruido y el vapor, porque la pieza estalla y grita a causa del violento cambio de temperatura. Tengo que repetir este proceso hasta obtener la espada perfecta, una sola vez no es suficiente".

"A veces, el acero no logra soportar este tratamiento, y simplemente lo dejo en la montaña de fierro viejo que ves a la entrada de mi herrería".

"Como el hierro, sé que Dios me está colocando en el fuego de las aflicciones. Acepto los martillazos que la vida me da, y a veces me siento tan frío e insensible como el agua que hace sufrir al acero. Pero la única cosa que pienso es: Dios mío, no desistas, hasta que yo consiga tomar la forma que Tú esperas de mí".

 

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