Así como lo expresan estas breves letras del popular tema Dos Cosas de los Terrícolas panameños, la selección nacional de fútbol mostró una mejor cara en su segunda actuación en la Copa de Naciones del 2007 y lo hizo ante su archirrival Costa Rica, un equipo al que no superaban desde 1992 y al que nunca habían vencido en este torneo.

Pero la revancha de Panamá llegó en un momento especial, porque nada más hace llegar un costarricense a dirigirlos, y de inmediato se sacan la espina y se cobran venganza después de 15 largos años.

No cabe duda que una vez más Dios escuchó mis ruegos, porque tal y como lo escribí en mi columna del pasado martes, fue el propio Alexandre Guimaraes quien se encargó de cambiar la oscura y triste historia de Panamá en estas lides.

En esta ocasión el alumno no pudo superar al maestro. El experimentado técnico mundialista hizo valer sus conocimientos, impuso su librito y una vez más dio en el ángulo al momento de realizar los cambios, tanto en el once titular como entre los que hizo ingresar de suplentes.

Ojalá mañana, Guimaraes, con un currículum más ampliado y un tanto inspirado, vuelva a dictar cátedra frente a Guatemala. Panamá completó así lo espera.

¡Mucha suerte muchachos!