Una marejada humana inundó los alrededores del bus donde llegaban los peloteros juveniles que lograron, por segundo año consecutivo, ser los reyes del béisbol nacional.

Ya casi eran las 7: 00 de la noche cuando los peloteros empezaban a dar besos y a firmar pelotas a los miles de aficionados, entre familiares, amigos y compañeros.

Pero la fiesta ya había empezado desde antes con unidades móviles de las diferentes emisoras y vehículos que sonaban música alegre para recibir a los campeones.

A lo largo de la Interamericana, identificada con los colores rojo y verde sobre los cuerpos de los fanáticos y las banderas de la provincia, desde el corregimiento de Chiriquí hasta David hubo un ambiente de carnaval.

Esto solo fue el abre boca para el ambiente que se observó por las principales calles de la ciudad y la casa de estos beisbolistas: el estadio Kenny Serracín, donde la explosión de fuegos artificiales no faltaron para los actos protocolares.

ALEGRIA
Todo fue celebración en Chiriquí, tras el arribo del equipo que viajó desde la ciudad de Panamá.