Aún se observan los rostros tristes, con lágrimas, de los devotos del Santo Cristo de Esquipulas de Antón, al que le piden que perdone a los responsables del robo del sábado, y haga que se arrepientan, mientras que las autoridades continúan con las investigaciones, sin llegar a un resultado.
Ese día, los feligreses amanecieron llorando la pérdida de dos coronas, tres potencias y una cadena de milagros, todos de oro que pertenecían al Cristo y que fueron hurtadas, y no conformes con eso los delincuentes ultrajaron al Cristo, que estaba en su camarín de vidrio en lo alto de la Iglesia.
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