Según Rafael Díaz, párroco de la congregación, es la quinta ocasión que los dueños de lo ajeno visitan la edificación para llevarse lo que está a su alcance. Durante el último hurto, aparte de la hostia cargaron con alimentos y los micrófonos que se utilizan para celebrar la misa.

El padre Díaz señaló que ahora sustrajeron además dos escaleras, el dinero de la alcancía, los enseres de la cocina, pinturas antioxidantes, cafetera eléctrica y regalos para niños que ofrece la iglesia a las familias humildes.