Quintero acostumbraba a subir palmas de coco para luego venderlos, trabajo que complementaba con el de cortar grama, siendo el principal sustento económico de su casa; aunque para noviembre del 2008 todo ello cambio.

Sair reside con su familia en el sector de la Caballeriza en el corregimiento de Barrio Colón, en el distrito de La Chorrera, y desde su silla de ruedas, comenta que todavía debe someterse a varias intervenciones quirúrgicas, las cuales suman 30 mil balboas; además debe colocarle varios tornillos para fijar la columna y acudir a terapias.

Ir a las terapias es también difícil, debido a que el acceso a su casa es por escaleras, y las ruedas de la silla se han deteriorado por las malas condiciones de la carretera, situación que se complica más durante la temporada de lluvias, porque en ocasiones mi madre me lleva en el hombro a las terapias, dijo Quintero.

Las llantas delanteras de la silla de ruedas fueron cambiadas por unas de carretilla; mientras que las traseras son de bicicleta, ello para que resistan las condiciones de la calle.

Por otro lado, las condiciones de la vivienda no son las mejores. La mayor parte de la estructura es de zinc con piso de tierra y letrina; además para bañarse debe utilizar una silla plástica y una manguera.

La familia cuenta con un lote en el que podría construir una casita, la cual quedaría a nivel de la carretera, y facilitaría la movilidad de Quintero para acudir a las terapias.

Luego del accidente, la hermana de Sair, quien es madre soltera, es la única que puede trabajar.

Dentro de la casa, están las ocho medallas que Sair ha ganado en diversas competencias en silla de ruedas, a las que acude con el apoyo de Pan Deporte y SENADIS. Lamentablemente la silla de rueda que le entregó SENADIS tiene las llantas delanteras dañadas.

Celmira González, madre de Sair, manifestó que éste debe ir dos veces a la semana a las terapias, lo que implica un gasto de cinco dólares por día.

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