J uan trabajaba en una empresa desde hacía cuatro años. Siempre fue serio, dedicado y cumplidor de sus obligaciones. Llegaba puntual y estaba orgulloso de no recibir una amonestación.
Cierto día buscó al Gerente para hacerle un reclamo: "Señor, trabajo en la empresa hace años y estoy a gusto con mi puesto, pero siento que he sido relegado. ¡Mire, Fernando ingresó a un puesto igual al mío hace sólo 6 meses y ya es promovido a Supervisor!".
¡Humm!, -mostrando preocupación- el Gerente le dice.
"Mientras resolvemos esto, quisiera pedirte que me ayudes a resolver un problema. Quiero dar fruta al personal para la sobremesa del almuerzo de hoy. En la bodega de la esquina venden fruta. Por favor, averigua si tienen naranjas". Juan se esmeró en cumplir el encargo y en 5 minutos estaba de vuelta.
Bueno, Juan, ¿qué averiguaste? - Señor, sí tienen naranjas para la venta.
¿Y cuánto cuestan? - ¡Ah...! No pregunté por eso. - ¡Ok!, pero... ¿viste si tenían suficientes naranjas para todo el personal? (preguntó, serio).
Tampoco pregunté por eso señor
¿Hay alguna fruta que pueda sustituir la naranja? - No sé señor, pero creo...
Bueno, siéntate un momento.
El Gerente cogió el teléfono y mandó llamar a Fernando. Le dio las mismas instrucciones y en 10 minutos estaba de vuelta con el precio de la naranja, el nombre y el precio de otros productos como alternativa. El descuento que le haría al comprar al por mayor y hasta las había separado.
El Gerente se dirige a Juan, que seguía esperando estupefacto, y le dice:
Juan, ¿qué me decías? - Nada señor... eso es todo... con su permiso.
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