Se dirá que soy de lo peor por decir que la palabra "amigo" les queda grande. Pero no lo veo así, pues estoy detrás de la barrera de toros y veo cómo muchos de ellos se destruyen por sobresalir, sin importar la lealtad y la confianza de sus amistades.

"Oye, te voy a decir esto, pero no le digas a tal fulana que te lo dije yo", es la típica frase que escucho semanalmente a la hora de buscar las informaciones y cocoítas que ustedes, fieles lectores, leen.

Ver cómo gozan con el dolor y las penas ajenas es algo muy común en este ambiente, en que la serruchadera es el pan de cada día.

Tal vez usted como lector quisiera que suelte la lengua y dé ejemplos de esta actitud, pero no, no puedo faltar a mi palabra y a la lealtad de mis fuentes, porque tengo que dar el ejemplo con algo que es tan delicado.

Por cosas como esas es que aún me sigo riendo. Cuando los veo en los eventos tomándose unos "copetines", echando chistes y llamándose amigos, cuando son ellos mismos los que se dan la puñalada y no nosotros, que sólo publicamos lo que sus mejores amigos cuentan.

Con esto no quiero decir que todos sean iguales. Hay personajes del patio que admiro y respeto por sus valores como persona.