Nunca es demasiado temprano para empezar a leerles a los niños. Por ejemplo: los dibujos brillantes y de mucho colorido fascinan aún a los mismos infantes, que apenas están aprendiendo a enfocar sus ojos. Y antes de que sus ojos puedan enfocarse, el sonido de la voz de quien le está leyendo atrae la atención del bebé.
A la edad de cuatro o seis meses, los menores enfocan su vista en los dibujos y se empieza a desarrollar la coordinación de sus ojos con las manos.
Los libros cortos y familiares tienen mucho atractivo para ellos. El ritmo y la repetición de los poemas hace que los niños se sientan como si las palabras y los sonidos fueran sus amigos. Conforme los papás le lean una y otra vez sus libros favoritos, se desarrolla otro paso importante: el de juntar el sonido de la palabra, con la palabra escrita. Los ritmos y los sonidos que los niños gozan cuando son infantes, llevan consigo un valor mayor de alegría: les ayuda a construir su sensibilidad y un conocimiento crítico en el aprendizaje de la lectura.
El ambiente de familiaridad que se va desarrollando entre el niño y los padres, cuando comparten un cuento, es el mejor regalo que le pueden brindar a sus hijos.
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