Había una vez, un rey muy triste que tenía un sirviente, que como todo sirviente de rey triste, era muy feliz.
Un día el rey lo mandó a llamar.
- Paje -le dijo- ¿cuál es el secreto?
- ¿Qué secreto, Majestad?
- ¿Cuál es el secreto de tu alegría?
- No hay ningún secreto, Alteza.
- No me mientas, paje. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.
El rey no soportaba ver al otro feliz y le preguntó a uno de sus sabios por qué el paje siempre estaba contento. El sabio le respondió que ese hombre era feliz porque no era parte del círculo.
- ¿Círculo? ¿Cuál círculo?
- El círculo del 99.
El sabio le dijo que si quería, podría hacer que el paje entrara al círculo y el rey, con tal de no ver al otro tan feliz, dijo que sí, que lo hicieran entrar. Lo hizo de la siguiente manera: Antes que amaneciera, puso una bolsa llena de monedas de oro en la puerta de la casa del paje. Cuando éste salió, se encontró con la bolsa y un mensaje que decía: "Estas cien monedas de oro son tuyas, tómalas y no le digas a nadie cómo llegaron a ti".
Cuando el paje contó, se dio cuenta de que sólo eran 99 y supuso que alguien le había robado. Como no sabía quién le había dado el tesoro, hizo cálculos para saber cuánto tiempo debía trabajar y cuánto se debía sacrificar para obtener la moneda cien.
Hasta ahí llegó su felicidad. Nunca más volvió a reír ni a cantar. Como muchos de nosotros, creyó que la felicidad volvería cuando tuviera su moneda, sin pensar que ya tenía 99 piezas de un gran tesoro.
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