El espectáculo que están dando Gerardo Solís, Fiscal Electoral y personaje muy allegado a Ernesto Pérez Balladares (quien fue el que lo nombró en ese puesto), y Alvin Weeden, Contralor de la República y arnulfista recalcitrante, es deprimente y debe darnos vergüenza a todos.
El bombardeo de acusaciones y contra acusaciones es una muestra de que no debemos permitir que, por ninguna razón y en ningún caso, un político partidista ascienda a esos puestos de tanto compromiso. Las personas que sean designadas para esos cargos, no deben tener ningún vínculo ni presente ni pasado, con los partidos políticos. Las consecuencias, como vemos, son nefastas. Ojalá, aprendamos para el futuro.
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