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  jueves 8 de mayo de 2008 enviar por email versión para imprimir

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  ETCETERA
El velorio de la cruz
Las empolleradas atendieron a los visitantes y ofrecieron manjares típicos.

Ariosto Velásquez | DIAaDIA

El 3 de mayo es una fecha especial para quienes siguen el calendario católico. Ese día está dedicado a venerar la Santa Cruz.

El símbolo de mayor jerarquía del Cristianismo llegó a las Américas con los españoles y su devoción se originó con el emperador romano Constantino y su madre, la Santa Elena, quien mandó a excavar el Monte Calvario en busca de la cruz donde murió Jesús. Luego de su hallazgo, la esparció por todo el mundo en pequeños trozos. Para esta fecha, los que trabajan la tierra esperan el primer aguacero y con él la bendición de la madre tierra. Para ello, piden la intersección del divino símbolo con devoción y agradecimiento. En Panamá, el velorio de la cruz, como se suele llamar a esta tradición, se mantuvo por siglos en pueblos diversos del país: Chimán, en Darién: Atalaya, Taboga y La Pasera de Guararé son algunos donde la cruz fue y es homenajeada.

Para conmemorar la fecha, Donatilo Ballestero, folclorista y coordinador de Folclore de la ULACIT, organizó en el centro universitario una representación del velorio de la cruz, evento que venera el poder divino de este símbolo en el que se involucra el santo rosario, cantos religiosos, y cantos de décimas alusivas a la fe católica.

Para la ocasión, fue invitada la folclorista ocueña Glenda Arcia, quien ofreció un rosario completo a la vieja usanza. Posteriormente, el coro de la ULACIT interpretó cánticos religiosos y los cantadores de décimas Moisés Samaniego, Ananías Delgado y Santos Díaz, con la guitarra del tonosieño Ofelino Villarreal, ofrecieron sus décimas a la cruz, que fue graciosamente decorada. Como parte de la representación, se ofreció pan, queso blanco, queque, café y chicha loja, una refrescante bebida hecha a base de maíz y jengibre. Luego hubo presentaciones con violín, Ballestero entonó para despedir un mogollón y de cierre un tamborito hasta medianoche.

Así concluyó la jornada, que más que un evento religioso fue una muestra de una de estas manifestaciones que corren peligro de perderse en el olvido.





 


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