Hace dos años, el señor Eduardo Anderson se inició en el negocio de los perros calientes (hot dogs).
"Yo decidí buscar al Señor, me ofrecieron un trabajo de electricista, pero nunca salió, luego me ofrecieron para trabajar en esto. Aquí llegué sin saber cortar repollo, los cortaba como chayotes, la gente se reía de mí", contó con gracia Eduardo.
Después de cierto tiempo, le enviaron un chef para que aprendiera el arte de la cocina. "Y ahí fui creciendo", acotó. Después, el dueño de la carretilla ya no la quería más y fue cuando Eduardo la compró y, desde hace un año y cuatro meses, él es jefe de su empresa.
Eduardo Anderson es un hombre muy creyente en el Señor, y a Él le debe todo este esfuerzo, pues salió de un abismo que lo consumía, pero hace cuatro años "me reconcilié con el Señor".
Ante este hallazgo, Eduardo quiso honrar a su Salvador y nombró a su pequeño negocio: "Templo de Jehová".
A este pequeño empresario, lo puede encontrar en la esquina del Banco Nacional de Panamá, ubicado en la vía España. Siempre ofrece a sus clientes distintos tipos de hot dogs: el normal (0.50), el jumbo (1.00) y el hawaiano (1.25).
El más gustado por las personas es el jumbo y el hawaiano, que contiene queso blanco, papas y mermelada de piña. Y si tiene suerte, recibirá un postre muy agradable: la Palabra.
Gracias a su negocio, Eduardo puede sacar adelante a su familia. Por día, se hace unos 25 ó 30 balboas, depende del movimiento.
Eduardo Anderson es un ejemplo más de que sí se puede salir adelante, a pesar de los obstáculos en la vida.
ADEMAS
En el Templo de Jehová también encontrará empanadas (0.25) y chichas de 25 y 50 centésimos.
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