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"Mil Máscaras"
En esta ocasión, la figura que recordaba mi sabio progenitor era Hilario Zapata.

Elisinio González G. | DIAaDIA

Era una de esas mañanas en las que antes de ir al trabajo siempre converso con mi padre sobre uno de los deportes que más gloria le ha dado a nuestro país: el boxeo.

En esta ocasión, la figura que recordaba mi sabio progenitor era Hilario Zapata. "Ese nació para ser boxeador. Dios le dio los dones de tener brazos largos y una facilidad única para esquivar golpes. Era un estilista de verdad en los pesos mínimos. Era el rey de la improvisación, era el hombre de las mil máscaras. En estos momentos, no hay ninguno en el mundo con esas cualidades".

Así terminaría la conversación con mi padre, la cual nunca he refutado cuando de historia de boxeo panameño se trata.

Me fui con esa curiosidad... una sola pregunta retumbaba en mi mente: ¿Por qué el hombre de las mil máscaras? Lo cierto es que nunca vi pelear a Hilario Zapata y nunca había conversado con él.

Ese día inicié la jornada de trabajo con mi recorrido diario en los diferentes gimnasios del país. Llegué a la mueblería Créditos Latinos, donde se encuentra el gimnasio de la "Cuadra los Rockeros" y, como casualidad de la vida, apareció Hilario Zapata.

"Esta es la forma como debes combinar tus golpes. Derecha, luego izquierda, esquivas, un paso a la izquierda y quedas armado para meterle la izquierda a tu oponente".

Vestido de camisilla y pantalón negro, Zapata no vaciló parar enseñarle a aquel jovencito algunos trucos que utilizó en el pasado, y que lo más seguro es que lo llevaron a ser campeón del mundo.

Sin lugar a dudas, la oportunidad de oro Dios me la había dado, y es que la entrevista con Zapata me había caído del cielo. Era el momento de cuestionarlo de por qué mi padre lo llama "Mil Máscaras", y no la desaproveché:

"Quizás puede ser por los diferentes apodos que yo tenía cuando boxeaba. En Panamá me llamaban "Bujía"; en Korea, "La Cobra"; en Japón, "El pequeño Diablo"; en Colombia, "El Palo Enceba’o; en Argentina, "El intocable"; en todos lados me ponían un apodo", dijo Zapata.

La explicación era buena. Sin embargo, lo que me relató después llenó todas las expectativas.

"Yo logré una buena cantidad de dinero en toda mi carrera como boxeador. Supe de muchos lujos y de buena comida. Pero también supe de sinsabores, porque viví entre cartones y drogas en la calle. Pero hoy, gracias a Dios, ese mundo de la droga ha quedado atrás, y ya estoy totalmente recuperado", acotó el tres veces campeón del mundo.

   
 
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