Los reyes galos. El Lyon se proclamó ayer, por séptima temporada consecutiva, campeón de Francia, un título logrado casi por inercia y que no sirve para ocultar las miserias de un club en pleno proceso de descomposición.
Con una plantilla envejecida, un entrenador, Alain Perrin, que no ha cuajado, y un juego miserable y poco vistoso, el Lyon ha ganado gracias a que ningún otro rival creyó poder arrebatarle el título.
Sólo el Girondins de Burdeos del "presidente", Laurent Blanc, gracias a un vertiginoso sprint final, puso en jaque al caducado Lyon.
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