¿La razón? El deterioro es evidente. El techo está lleno de agujeros, por donde se cuela el agua lluvia que logra inundar su interior.

Esto ha ocasionado que el cielo raso se desprenda. Mirarlo se asemeja a un tablero de damas, un cuadro blanco y otro negro.

Eudina Paz, una feligresa que vigila la parroquia, dijo que cuando llueve, deben sacar a punta de escoba el agua que entra entre la caída del techo y el campanario, donde se ha formado un hueco.

Destacó que los recursos son limitados y que lo que entra de la limosna es poco; hay días que cuando mucho, recolectan 45 centésimos.

Sus deseos de tener un mejor ambiente para escuchar la Palabra de Dios, se han empañado. Además, desean pintarla y construir un lugar para el Santísimo, que lo han presupuestado en 3 mil dólares.

Saben que están en un lugar humilde, pero creen que con la ayuda de otros feligreses, donde las parroquias están en mejores condiciones, pueden alcanzar sus sueños.

Por su parte, David Parris, miembro del grupo juvenil María Reina, indicó que subir las escaleras y el piso del campanario, es un peligro.

FALTA
La parroquia no tiene nombre, quieren identificarla.