El que no conoce a "Chocolate, café y té", no conoce David. Así es, por más de 14 años ha recorrido las calles de la ciudad, ofreciendo sus bebidas calientes, que al principio fueron muy difíciles de vender.
Ese es Edgar Celedón, quien hoy, después de muchas desventuras, la vida le sonríe, pero no todo el tiempo fue así.
SE REFUGIO EN LAS DROGAS
A sus 14 años se introdujo en el mundo de las drogas, sin el apoyo de su casa. Se refugió en amigos que al inicio le regalaban la sustancia (marihuana), pero después con el tiempo tuvo que adquirirla por sus propios medios.
Para ello, robaba hasta a sus propios padres. De esta manera, transcurrían sus días de juventud, entre drogas, delincuencia y personas del mal vivir, que poco a poco iban destruyendo su vida.
ETAPA DIFICIL
Esta etapa de su vida fue muy difícil, inclusive, estuvo a punto de morir, porque definitivamente estar en ese mundo oscuro de las drogas, el alcoholismo y la delincuencia, es muy peligroso.
Llegó a vender droga y adquirió con ello el dinero suficiente para mantenerse y darse ciertos lujos.
CAMBIO SU VIDA
Manifestó que en 1991, cuando su familia y él mismo no se veía con oportunidades de vida, tuvo el apoyo emocional en la Palabra de Dios y allí empezó el anhelado cambio, por el que tanto había esperado.
Pero se encontraba prácticamente abandonado, nadie creía en él, ya que en reiteradas ocasiones había hecho lo mismo y al cabo de las semanas, nuevamente andaba en malos caminos.
Con la ayuda de Dios y de un Centro de Rehabilitación para Adictos a las Drogas, dio el primer paso. En 24 días, logró mejorar su condición física, al aumentar 44 libras y así siguió el cambio.
Ya con el problema de la adicción en pie, seguía el otro paso, tener un sustento para sobrevivir, vendió legumbres y otros productos que le permitían adquirir B/1.50 por día.
GRATIFICACION
Con la ayuda emocional y económica de un pastor, empezó el negocio que hoy le ha dado mucha gratificación. Con un cajón que pesaba más de 50 libras, empezó a vender, café, té y chocolate por toda la ciudad.
La misma sociedad lo rechazaba, porque lo identificaban como "el drogadicto"; además, la ciudad de David es muy caliente y vender bebidas calientes era como algo contradictorio.
Pese a todo esto, siguió adelante. El primer día, con dos termos llenos de café, sólo logró vender medio termo, pero esto no lo desanimó, ya que fueron muchas las caminatas a pie por la ciudad.
Las personas creyeron en él y hoy la gratificación ha sido buena. Pasó de la bicicleta a una moto y, desde entonces, éste es su medio de subsistencia.
En la actualidad, reconciliado con Dios, su familia y la sociedad, sale y recorre la ciudad hasta avanzadas horas de la tarde; pero cuando llega a su casa, sabe que el dinero es obtenido de manera digna y con mucho esfuerzo, lo cual le ha permitido adquirir ingresos para su esposa y él. Edgar está por terminar la universidad.
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