Alguna vez me he topado con personas amigas que dudan de mi pública aseveración: ¡Soy feliz! A lo mucho se explican tal insensata elucubración, pensando en mi estilo de vida poco complicado. ¡Y es que por ahí va el asunto!

La felicidad es una forma de vivir, no es una emoción. Incluye la alegría y el padecimiento. ¿El feliz siempre ríe?, ¡no! ¿Se puede ser feliz en medio del tormento?, ¡sí! Todo depende de tener o no una causa mayor que te mantenga enamorado.

Repito, una causa, y una causa no es una persona, una posesión u ocupación. Una causa es un generador de satisfacciones que pueden concretarse en una persona, una posesión u ocupación. Por favor, no coloquemos la carreta delante de los bueyes.

Gracias al amor, el tiempo y el dolor, disfruto de una causa que me mantiene enamorado y tengo bien clarito hacia dónde camino. Y cada paso dado me hace feliz y en cada retraso, me doy la oportunidad de rectificar. En mi caso, la causa mencionada tiene que ver con el aprendizaje, nada me hace tan feliz como aprender nuevos conceptos y descubrir nuevas habilidades. ¿Y en tu caso?

Mi causa me auto realiza, me hace libre, feliz. Mi causa me hace ser yo mismo. Y ser yo mismo, es muy placentero. A pesar de mis torpezas, es que cada estupidez es una oportunidad para superar la majadería. Por suerte, tengo amigos que me dicen: "Déjate de boberas y dime qué has aprendido hoy".