Lágrimas, frustración y un dolor indescriptible se vivió ayer en la catedral San Juan Bautista de Penonomé, donde familiares, amigos y deportistas dieron el último adiós a tres de los cuatro jóvenes que fueron fulminados el pasado domingo por un rayo en el campo de softbol de Llano Marín.
El dolor y el estado de impotencia de familiares y amigos de Daniel Navas, de Llano Marín; Abdiel Coronado, David Castillo, de Cerro Centenario y Franklin Rivas, de Cañaveral, era indescriptible. La catedral estaba completamente llena, sólo se escuchaba el leve llanto inconsolable de viudas, madres, padres y hermanos que aún no entendían por qué pasó esta tragedia.
Una vez se dio la bendición por parte del sacerdote, se procedió a la lectura de las resoluciones y luego, en romería, se dirigieron al cementerio de Penonomé, en donde se les dio el último adiós, en medio de llantos desconsolados, pues eran cabezas de familia y de escasos recursos económicos.
Maribel Arosemena no era familiar de ninguno, pero sí la directora del equipo de softbol del Cerro Centenario. Ella cuenta, con lágrimas en sus ojos, que pidió a los integrantes de su equipo participar en la liga de Llano Marín y que ellos aceptaron, y cuando se realizaba la alineación, sucedió todo.
"Yo estaba con ellos, pero decidí ir al baño, caminé sólo unos metros y cayó el rayo, me salvé de milagro", dijo con tristeza.
Hace sólo un mes dos de ellos se graduaron de la Tecnológica.
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