Un gol en propia meta de Igor Tudor y otra mala cesión del capitán croata permitieron mantener su condición de invicta a una selección francesa que quizá pecó de prepotencia, tras el descanso.
Al trote, con una alta eficacia a balón parado y el respeto que impone Zinedine Zidane, Francia se creyó en la siguiente ronda antes de tiempo y ofreció a Croacia la posibilidad de revivir.
Jacques Santini, técnico francés, hizo tres cambios respecto al partido contra Inglaterra. Devolvió los galones en el centro de la defensa a Marcel Desailly, cuya ausencia había abierto el primer debate en el equipo, dio entrada en el centro del campo a Olivier Dacourt, en lugar del lesionado Claude Makelele, y entregó la banda derecha a Sylvain Wiltord, en lugar de Robert Pires.
Francia siguió siendo un conjunto rocoso que se impone en el campo, pero que no deslumbra. Sin la chispa del Mundial'98 o la solvencia de la pasada Eurocopa, no tuvo más que a Zinedine Zidane para desequilibrar en el primer tiempo, y eso le bastó.
Zidane, quien llegó exhausto a Portugal, recuperó el ánimo gracias a los dos goles de última hora que marcó contra Inglaterra, y frente a Croacia, volvió a asumir el control.
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